I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales 8, 9 y 10 de mayo de 2013 Campus Miguelete | 25 de Mayo y Francia | San Martín
Los procesos políticos contemporáneos dan muestra de una renovada riqueza analítica que oscila entre su carácter inédito y la vigencia de las tradiciones políticas que les dan forma. La consolidada importancia de la participación de actores no electorales, como los movimientos sociales y las organizaciones populares, así como el arribo en la región de gobiernos que buscan alejarse de la interpretación neoliberal de la política y el resurgimiento de tradiciones políticas, como el populismo o lo nacional-popular, abren un campo de estudio en constante crecimiento. La mesa invita a presentar proyectos e investigaciones en curso que focalicen sobre este tipo de experiencias en Argentina y en América Latina durante el presente siglo. Además de la presentación de las particularidades de cada proyecto, la propuesta es reflexionar sobre los conceptos que sostienen la investigación. Una mirada atenta sobre el léxico político que es puesto en juego para dar cuenta de los casos y procesos a estudiar, nos permite situar las problemáticas actuales en una reflexión teórico-conceptual de larga data, permitiendo ganar no sólo profundidad, sino también precisión analítica. ¿Qué categorías permiten aproximarse a determinadas experiencias políticas? ¿Cómo son puestas en práctica estas categorías en los objetos de investigación? ¿Cómo se resignifican estas categorías ante las exigencias de la práctica política a la que refiere la investigación? Bajo una mirada sociológica de los conceptos políticos, en donde las categorías que sostienen los proyectos de investigación revelan su base material anclada en relaciones sociales específicas, esta mesa se propone crear un espacio de fortalecimiento e intercambio sobre los modos en que abordamos el estudio de los procesos políticos contemporáneos. Representación, Estado, gobierno, práctica política, populismo, lo nacional, militancia, son solo algunos de estos interesantes conceptos.
Fecha límite de recepción de resúmenes: 22 de marzo de 2013.
Fecha límite de recepción de ponencias: 26 de abril de 2013.
Para ver la 1era Circular ( convocatoria y mesas de trabajo) hacerclick aqui.
Comité Académico
Gerardo Aboy Carlés, María Gabriela Rodríguez, Patricia Aguirre, Máximo Badaró, María Isabel Baldasarre, Karina Bidaseca, José Emilio Burucua, Julián Melo, Paula Canelo, María Julia Carozzi, Ana Castellani, Marina Franco, Jose Garriga Zucal, Alejandro Grimson, Silvia Hirsch, Axel Lazzari, Gustavo Ludueña, Laura Malosetti Costa, Silvina Merenson, Gabriel D Noel, Sebastián Pereyra, Lía Quarleri, María Graciela Rodríguez, Alexandre Roig, Juan Suriano, Guillermo Wilde y Ariel Wilkis.
Comité Organizador
Mariana Alvarez Broz, Lucía de Abrantes, Joaquín Baliña, Luciana Denardi, Andrea Flores Medina, Andrea Gigena, Mariano Melotto, Gustavo Motta, Ana Lucía Olmos Álvarez, Laura Panizo, Bettina Sidy, Gabriela Tavella y Adrián Velázquez
Lucha política y configuraciones de
poder: una mirada desde el giro espacial
Adrián
Velázquez Ramírez
Resumen:El
presente ensayo explora el léxico del llamado giro espacial en la Teoría política contemporánea y focaliza sobre
una definición topológica del poder. El texto plantea una serie de preguntas
que articulan la revisión del corpus teórico de dicha perspectiva: ¿Cómo
abordar el tema de la unidad en condiciones de complejidad/multiplicidad? ¿Cómo
se ejerce el poder en una sociedad que carece de un centro estructurador? ¿Qué
conceptos pueden ayudarnos a hacer teóricamente visible el impacto de la
singularidad política? El objetivo de
esta exploración no es tanto responder a plenitud estas preguntas sino mostrar en qué
medida esta plataforma conceptual permite formularlas, dándoles un sentido
particular y una posible dirección de respuesta.
e
las experiencias políticas que marcaron el siglo anterior, tal vez ninguna
genere tanta división de opiniones respecto a sus alcances que los
acontecimientos de mayo de 1968 en
Francia. El campo intelectual se dividió desde entonces entre los que
consideran que sus consecuencias fueron tan efímeras como el fugaz mes que
duraron las revueltas y aquellos que veían ahí una nueva forma de entender y
practicar la política. Atrapado entre el Estado francés gaullista, el modelo
burocrático soviético y la obsesión electoral del Partido Comunista Francés, la protesta estudiantil-obrera de 1968
tuvo que construirse su propio discurso político.
Este
discurso político, lejos de procurarle al movimiento una coherencia interna,
consistió en una inestable amalgama de influencias que en ese entonces
convergieron en las calles francesas. Maoistas, anarquistas,
leninistas-marxistas, trotskistas se encontraron conviviendo y compartiendo
consejos, discusiones y sobretodo fiestas
y manifestaciones artísticas. Ante la mirada desconcertada del mundo
adulto, la protesta adquirió un tono carnavalesco
y confuso que irritó aún más a la estructura paternalista francesa. Dentro del
mosaico de grupúsculos que conformó la protesta, la Internacional Situacionista (1957-1974) jugó un papel decisivo en
el tono lúdico, así como en la plataforma discursiva que logró articular tal
variedad de tipos de disidencia.
La
relación entre la Internacional Situacionista (IS) y el mayo del 68 no es una historia de protagonismo ni de un
liderazgo que busque concentrar el poder. Los contactos se reducen a ciertos
momentos muy puntuales y de carácter indirecto, como cuando años antes a la
protesta, un grupo de estudiantes en la Universidad de Estrasburgo solicitara a
la IS un panfleto sobre la política universitaria que a la postre se tituló: Sobre
la miseria del medio estudiantil (1966) y que interpeló de manera
eficaz al difundido descontento de la juventud ante la moral de sus padres y la
jerarquía académica. La participación de su reducido número de miembros en los
diversos Consejos de Ocupación y Acción durante la protesta también quedó
relativizada por la pluralidad e intencionalmente difusa organización
estudiantil. La influencia de la IS en el mayo francés se asemeja más a la
historia de un aleatorio encuentro
entre un diagnóstico y programa de acción de vanguardia estética y las
condiciones subjetivas de los estudiantes que se veían reflejadas ahí.
II
L'ennui est contre-révolutionnaire. (El aburrimiento es contrarrevolucionario)
Grafiti anónimo del 68
La
IS se constituye en 1957 en Alba (Italia) como respuesta a la incapacidad del movimiento surrealista de darse un
proyecto político fuerte. Una serie de agrupaciones artísticas (Movimiento por
un Bauhaus Imaginista, La internacional Letrista y la Asociación Psicogeografía
de Londres) responden al llamado de Guy Debord y se dan cita en una taberna
para formar un movimiento de vanguardia con el objetivo de responder a la
necesidad de darle a laintervención estética y cultural un
contenido político radical. Con apenas un puñado de integrantes, la recién
formada IS empieza a difundir sus ideas mediante la publicación de una revista
y diversos panfletos que van allanando el terreno de su recepción en la
revuelta del 68.
Su plataforma artística y política
señalaba que dentro del capitalismo el arte se había convertido en un bien de
consumo más. Ante esto reivindicaban al arte como una acción capaz de subvertir
el estado de aburrimiento y enajenación
en los que se traducía la dominación burguesa. Dentro de este diagnóstico se
presenta la noción de situación, como una intervención deliberada y consciente sobre
el ambiente social que busca romper con la fría distancia entre los
individuos y su contexto. Surgía así un objeto político relativamente nuevo: el
programa político situacionista no se consagraba a problematizar las relaciones
de producción o la estructura política de un Estado, lo que era politizado ahí
era la propiavida cotidiana y el mundo cultural en el que se inscriba. La esfera
más íntima de la experiencia subjetiva moderna era develada como parte de un
sistema de dominación que hacía de los individuos meros espectadores de la
sociedad del espectáculo. El juego, la tergiversación de los significados
culturales, la intervención sobre el espacio urbano, se convertían así en
efectivas armas políticas.
En
una entrevista, José Luis Pardo[1]
-autor del prólogo a la edición en español de La sociedad del espectáculo
(1999) de Guy Debord-, plantea una interesante reflexión sobre el legado
contemporáneo que deja la IS. Ahí plantea que si bien los postulados
situacionistas fueron pensados como un programa de acción y no como una Teoría
política propiamente dicha, el propio fracaso de la aventura del 68, así como
la distancia histórica que nos separa de aquella revuelta, permiten volver a
los textos de la IS con otros ojos. El objetivo de esta primera exploración es
entonces el de ofrecer algunas líneas generales que aportan a repensar el discurso situacionista como una
Teoría política.
III
La barricade ferme la
rue mais ouvre la voie. (La barricada cierra la calle, pero abre la
vía)
Grafiti anónimo del 68
Del
amplio repertorio estratégico que difundió la IS durante los años en que estuvo
activa, es posible identificar tres grandes categorías que podrían funcionar
como el núcleo problemático básico de una eventual Teoría política
situacionista.
El problema del espacio: Receptoresdelaampliatradiciónurbana
francesa (Baudelaire, Lefebvre), una de las grandes innovaciones prácticas del
programa situacionista fue incorporar al
espacio como un objeto susceptible de praxis
política. Esto significaba asignarle al espacio un papel fundamental en el
juego político, considerándolo no sólo como un instrumento de dominación, sino
como un elemento de transformación revolucionaria.
El
diagnóstico situacionista indicaba que el espacio urbano era moldeado por los
intereses del capitalismo, infiltrando así la experiencia de los sujetos que
circulan por ahí. La fragmentación y división clasista del espacio urbano, las rutinas circulatorias impuestas por la jornada
de trabajo, la privatización de los lugares y la exclusión de las mases de los
espacios públicos y culturales, hacían de la ciudad un espacio imbuido de
poder. La ruptura revolucionaria era interpretada entonces como una
emancipación del espacio respecto al sistema capitalista. La re-espacialización de la vida colectiva implicaba así una
re-socialización de los sujetos.
Para
cumplir con estos objetivos los situacionistas contaban con distintas
estrategias y técnicas. Tal vez, dónde más claramente se encuentra sintetizada
la concepción situacionista del espacio sea en la recepción y apropiación de la
psicogeografía,
definida como el “estudio de los efectos del medio geográfico, ordenado
conscientemente o no, actuando directamente sobre el comportamiento afectivo de
los individuos”[2].
La psicogeografía aportaría un tratamiento riguroso y sistemático sobre la
intervención en espacio citadino. El Urbanismo unitario sería el programa
general en el que la psicogeografía sería aplicad y era definido como: “Teoría
del empleo del conjunto de las artes y técnicas que concurren en la
construcción integral del medio, en unión dinámica con experiencias de
comportamiento”.
Esta problematización del espacio se
traducía no sólo en intervenciones estéticas, sino que respaldó y dio sustento a
una serie de acciones subversivas durante la revuelta del 68. Dentro de este
marco interpretativo hay que entender las ocupaciones de ciertos espacios
urbanos promovidas por la IS. Uno de los casos más emblemáticos fue la
ocupación del Teatro Odeón, dirigido por el célebre Jean-Louis Barrault -quién
a la postre terminaría apoyando la toma de las instalaciones del teatro. La
idea de la ocupación fue abrir un espacio cultural que hasta entonces sólo era
concurrido por la clase alta francesa. Obreros y estudiantes que jamás hubieran
podido pagar una entrada, ahora convivían ahí en medio de sátiras y
representaciones teatrales espontáneas. El objetivo era entonces el de
subvertir la disposición de los espacios: ocupando,
abriendo y transformando las relaciones que se entablan ahí.
Vida cotidiana y mundo cultural: Comodecíamos, uno de los puntos a destacar
del programa situacionista fue politizar el mundo cultural de su época. Señalaba
así una arena política muy próxima a la experiencia subjetiva de los
individuos: la vida cotidiana. En este
punto tal ves se encuentren los más grandes esfuerzos por hacer del programa situacionistas una Teoría política. Tejido alrededor
de la noción de espectáculo y
retomandolos aportesde Lukács, el diagnóstico situacionista
re-elaboraba la noción de enajenación
en términos de una crítica de la cultura de la comodidad y la distancia
respecto a la opresión burguesa. La revolución no podía ser posible si no se
rompían las ataduras más cercanas a los individuos, el cerco cultural debía mostrarse como un espectáculo fabricado y
el arte y la intervención estética podían subvertir esto. El espacio íntimo se
convierte así en ese margen de libertad
necesario para un emprendimiento revolucionario.
“El espacio
puntual de la vida cotidiana sustrae una parcela de tiempo <exterior>,
gracias a la cual se crea un pequeño espacio-tiempo unitario: es el
espacio-tiempo de los momentos, de la creatividad, del placer, del orgasmo. El
lugar de dicha alquimia es minúsculo pero la intensidad vivida es tan grande
que ejerce sobre la mayor parte de la gente una fascinación sin igual”. (Raoul
Vaneigem, Tratado del saber vivir para
uso de las jóvenes generaciones)
En
ese sentido se promovían otra serie de técnicas, como la tergiversación (detournement), que consistía en mostrar
la artificialidad del espectáculo capitalista, secuestrando los símbolos del
status quo y resinificándolos en otras matrices de sentido.
El problema del poder: Uno
de los aspectos de la protesta de mayo 68 que le valió gran cantidad de
críticas por parte de intelectuales y militantes de diversa ideología política,
fue su aparentemente displicente forma de abordar el problema del poder. Desde este argumento se cuestiona el carácter verdaderamente
revolucionario de una serie de protestas que no pretendían ni derrocar al
Estado, ni formar un partido político. En medio de una crisis de legitimidad
del referente soviético del comunismo y del partido burocrático como forma
política, las protestas del 68 exaltaban
valores más asociados con la autogestión
y la autonomía que a los que ofrecía
la dictadura del proletariado.
En
este aspecto resulta importante la relación entre la IS y el grupo Socialisme
ou Barbarie (1946-1965)de
Cornelius Castoriadis y Claude Lefort. Tomando como referencia la
propuesta de este grupo marxista, la IS asumió un papel de apoyo y colaboración
con las ocupaciones obreras, promoviendo la constitución de Consejos Obreros
como forma de organización, pero excluyéndose de toda participación activa en
dicho proceso. El Consejo para el Mantenimiento de las Ocupaciones (CMDO),
formado después de la ocupación de la Sorbona y en el que participaban
connotados miembros situacionistas (Raoul Vaneigem,
Mustapha Khayati, René Riesel, Guy Debord entre otros), exaltaban a los obreros
a formar consejos obreros y encargarse de la administración de las fábricas sin recurrir a ninguna autoridad exterior y
asumiendo una democracia directa y total con revocación de mandado.[3]
El
casi obsesivo empeño de la IS y sus miembros por crear una amplia red de comités y consejos en
dónde la democracia era ejercida a pequeña escala contrastaba ampliamente con
los criterios de concentración de poder y de conducción política del
partido-vanguardia. Solamente en Paris
llegaron a constituirse 450 comités y consejos diferentes. Sin embargo, esto
no significa necesariamente un descuido o una apatía por el problema del poder
de parte del discurso situacionista, sino que su proyecto tenía otras raíces y
objetivos. Se puede detectar una perspectiva difusa del poder, con una clara
labor distributiva e igualitaria.
Epílogo:
Y la guerra apenas ha comenzado...
Si
bien la vida de la IS después del 68 fue una curva descendente que llevó a la desintegración
del grupo en el 74 y terminó con el suicidio de Guy Debord en 1994[4],
algo quedó del legado situacionista. En el siglo XXI emergen en Francia una
serie de publicaciones firmadas por el Comité Invisible –entre las que destaca el journaltitulado Tiqqun- que por los medios, el tono y las premisas discursivas
que mantienen, recuerda aquel proyecto situacionista. Calificado por el Estado francés
como un movimiento terrorista, ya tendremos oportunidad de ahondar sobre el
caso. Sirva por lo pronto el siguiente video:
"...porque los que despiertan son la pesadilla de los que aún duermen..."
¿Cómo
surge una verdad política? Para el filósofo francés Alain Badiou, una verdad es “el producto organizado de un
acontecimiento popular masivo”[1].
La verdad es pensada como un efecto, como
una huella que comprueba que un acontecimiento ha sucedido. Pero encontrar este
rastro no es tarea fácil, la verdad siempre elude, se transforma y se rehúsa a ser
interpretada definitivamente. Y esto se debe a que una verdad no es una razón,
ni un devenir cuya evaluación se pueda reducir a la dicotomía éxito/fracaso de
un movimiento social y político.
La
idea de este texto es darle cierto sentido a lo sucedido en las últimas semanas
en México, exponiendo algunas categorías que pueden colaborar a leer el momento
histórico que estamos viviendo. Entre los que mantienen un optimismo por
momentos desbordado y los que niegan cualquier rasgo positivo al movimiento soy132, las siguientes líneas prefieren
resaltar el carácter indeterminado del momento actual, el carácter ambiguo del
movimiento, su disposición amorfa. De manera más tajante, se intentará
demostrar que las posibles consecuencias –la traducción histórica del momento- hay que buscarlas, no tanto en
las razones, discursos y demandas que aglutinan a los manifestantes, sino del
eco que de esto se haga en el resto de la sociedad. Al afirmar esto, caemos en
la pura contingencia: no hay nada que por sí mismo nos pueda indicar la verdad
que se puede estar desplegando en el movimiento soy132. Es por ello que la verdad como afirma el propio Badiou, es
primero una sensación, un entusiasmo.
En este sentido la verdad es más parecida
a una imagen que a un enunciado: es un diagrama que aglutina dispersión.
La verdad es múltiple.
Uno
actúa por muchos motivos; sin embargo, cuando uno actúa, las consecuencias que
se desprenden de la acción nunca coinciden plenamente con el plan o el proyecto
en el que se basó dicha acción. La historia, como desarrollo temporal de un
acontecimiento, siempre es más y menos que los datos contenidos en la acción
política que se desarrolla en el presente (Koselleck). Es por ello que quién
busca las posibilidades históricas de acontecimiento político en la literalidad
de su presente está destinado al
fracaso. Lo que posteriormente uno lee como Historia, no es sino un efecto retroactivo
que organiza una experiencia: siempre es una lectura de un pasado desde el
presente. Es siempre desde el presente –futuro indeterminable de la acción- que
se selecciona/elimina una serie de elementos presuntamente ubicables en la experiencia,
permitiendo establecer desde el discurso histórico una continuidad temporal
entre ese pasado y la situación contemporánea. Pero cuando uno se encuentra
inmerso en el desarrollo de un acontecimiento, cuando este sucede a la vez que
está siendo observado, la historia opera sin consultarnos y esta se encuentra
puramente indeterminada. No hay una conciencia
operando la Historia. Por lo tanto, el
acontecimiento es pura acción, sin interesar la grandilocuencia o pobreza
de las ideas, planes y proyectos que lo sustentan.
Si
no hay nada en el acontecimiento que pueda indicarnos su destino histórico ¿cómo
entra un acontecimiento político en la Historia? Badiou respondería que por la verdad que se produce ahí. Pero esta
verdad, no puede ser una verdad.
Reducir un acontecimiento a una sola verdad es domesticarlo. La verdad que
surge de un acontecimiento es múltiple, sólo así puede trascender las
articulaciones acontecimiento/Historia que se van concretando: la verdad carece de literalidad y es
anterior a las razones que soporta. Por el contrario, la verdad es lo que
permite que una dispersión de motivos y razones se aglutine. Habrá, sin duda,
algunas coincidencias entre los que se han manifestado últimamente en México,
pero la congruencia de sus opiniones no es un requisito para la historia. Se comparte hasta ahora, el entusiasmo, la
imagen del recuentro del público consigo mismo.
La verdad es pública.
Para
que una verdad sea considerada como tal, esta tiene que ser pública y tiene que
ser producto de un encuentro. Una verdad que se posee individualmente no es sino
un secreto. Pero ¿un secreto que se
guarda de quién? Porque un secreto se puede compartir entre varios sin dejar de
ser secreto, pero no puede ser expresado ante los oídos de aquel que excluye
sin dejar de serlo. La verdad, por el
contrario, se expresa con el objetivo de ser escuchada por todos, en particular,
por aquel que busca interpelar.
En
la concepción de Badiou, la verdad
política es un producto. Esto implica una dimensión performativa que
resulta fundamental atender: antes de decirse, la verdad política necesita actuarse. Y es la masa o el público es el escenario por excelencia en dónde la
verdad se actúa.
Esta efervescencia que rodea a un acontecimiento,
la energía que se desprende de la conjunción de lo disperso y que se vive y se
experimente en el público, es lo que da a la verdad su brillo propio.
Efervescencia: momento-espacio.
Esta
conjunción entre la interrupción de lo cotidiano y el carácter performativo de
la verdad-acto puede encontrarse en el propio Durkheim. En las conclusiones de “Formas
elementales de la vida religiosa” (1912) se leían estas líneas:
“Las
grandes cosas del pasado, las que entusiasmaban a nuestros padres, no suscitan
en nosotros el mismo ardor (…) Pero este estado de incertidumbre y de agitación
confusa no podrán durar eternamente. Día
vendrá en que nuestras sociedades conocerán de nuevo horas de efervescencia
creadora, en el curso de las cuales surgirán nuevas ideas y se inventarán
nuevas formulas que, durante un tiempo, servirán de guía a la humanidad” (Durkheim,
1992: 642)
Esto
lo decía Durkheim a propósito de una posible re-edición de lo sagrado en una forma secular y política: la nación, los valores
cívicos, la patria, formarían parte así del nuevo santuario moderno. Más allá
de la existencia de individuos, para que la sociedad sea posible es necesario
que se manifieste, que se verifique de ciertas maneras que la vuelvan evidente
ante los individuos que se reconocen como parte de un mismo contexto. Se
interrumpe así la inercia de lo cotidiano y los espacios fragmentarios se
ocupan multitudinariamente:
“Porque
la sociedad sólo puede hacer sentir su influencia en acto, y sólo se encuentra
en acto cuando los individuos que la componen están reunidos y obran en común.
A través de la acción común, ella toma conciencia de sí y se asienta, pues es
ante todo cooperación activa. Ni si quiere las ideas y sentimientos que los
simbolizan serían posibles sin los movimientos externos que los simbolizan (…)”
(Durkheim, 1992: 642)
La
efervescencia surge así del contacto cuerpo a cuerpo, entre la polifonía de
cantos y carteles que se exhiben en público, en el anonimato de la multitud y
de la historia. El encuentro es la
verdad en proceso de verificación, una multitud no se equivoca, aun cuando
le falten razones.
¿Y después qué?: construir desde la
derrota.
No
cabe duda que el entusiasmo es frágil y de un momento a otro, lo que antes era
efervescencia se convirtió en duda. El baluarte que habíamos construido
demostró ser arena en contra de una marea que no deja avanzar: la inercia del
pasado demostró, una vez más, ser más fuerte que el impulso del futuro. Pero,
¿puede una verdad fracasar? ¿Los criterios éxito/derrota son válidos para
evaluar a una verdad? La respuesta es tajante: No.
Para
Gilles Deleuze,[1]
una obra pictórica está atravesada por una relación caos/código. En un principio,
sobre el lienzo sólo hay caos, un
desborde de trazos y manchas amorfas. Sin embargo de este caos se espera que
surja algo y que estos machones den lugar a un diagrama. La pintura deviene
entonces en un código que se establece como relación entre la obra y su público.
A este caos que es capaz de generar un orden, Deleuze le llama germen.
Si
como hemos visto, la verdad se comporta más como una imagen que como un
argumento, podemos pensar que la experiencia multitudinaria de días pasados fue
un germen. Una verdad, todavía cautiva de la experiencia que le dio origen,
pero que para germinar debe moverse. Es por ello que el destino de la
experiencia nunca coincide plenamente con el destino de una verdad política.
Aunque
sin duda, diagramar en la victoria no es lo mismo que en hacerlo en la derrota.
Sin embargo, el objetivo debe ser el mismo. Para Badiou una verdad reclama
cierta fidelidad al acontecimiento
que la produce. ¿Cómo ser fieles a una sensación? ¿Cómo traducir a un plan de
acción esta verdad-imagen? Es ahí
dónde se juega mucho de ese tránsito entre el germen y el diagrama y por lo
tanto, en descifrar el código de lo que hemos producido.
Un
error sería replegarse. La representación política es una ficción demasiado
seria como para despreciarla. En una democracia el mandato de gobierno se
encuentra en la ciudadanía y cómo tal, nunca puede salir derrotada de una
contienda electoral. Habrá que estar presente, luchar por esos espacios de
visibilidad y mantener cerca a nuestros representantes, cuyos cargos son
deudores del conjunto de la ciudadanía y no sólo de unos pocos.
[1] Deleuze, Gilles (2007). Pintura. El concepto de diagrama. Buenos
Aires: Cactus
Desde Alemania, Luis Hernández nos hace una interesante introducción sobre los llamados “estudios poscoloniales”. En pleno mes patrio mexicano, el texto nos enseña algunas herramientas y textos imprescindibles para comprender fenómenos como el racismo y la exclusión étnica.
La Gramática Postcolonial.
Luis Manuel Hernández Aguilar
Goethe Universitaet Frankfurt am Main
IPP Department
Con riesgo a equivocarme, la premisa que subyace detrás de la teoría postcolonial o los estudios postcoloniales, establece que las luchas de independencia no resolvieron el problema de la expansión imperialista colonial y que, de alguna u otra forma, las sociedades postcoloniales se encuentran aún sujetas a la lógica del colonialismo o a sus efectos residuales.
Desarrollada así, la tesis parece simple, añeja y fácilmente debatible, nociones tales como democracia, derechos humanos, soberanía, instituciones internacionales como la ONU o supranacionales como la UE, así como la celebración de ritos cívicos que conmemoran las luchas de independencia, parecerían dar la impresión de que el colonialismo está muerto. Por ejemplo, en México, la “celebración” del bicentenario de la independencia coadyuva a reafirmar dicha percepción. Sin embargo, a través de los estudios postcoloniales se busca desentrañar estructuras, relaciones y secuelas del colonialismo, así como formas de combatir dichos efectos. La estructura del racismo en México, por ejemplo, así como sus derivaciones, pueden ser pensados como productos de la lógica colonial, las mismas oposiciones hegemónicas siguen reproduciéndose en relación a los indígenas: civilizado/barbado, superior/inferior, iteligente/tonto, etcétera. Algunos teóricos del postcolonialismo, como Stuart Hall, afirman que la simple apreciación de la belleza, masculina y femenina, de las tonalidades de piel y cabello, se hayan marcadas por la lógica del colonialismo. A continuación, intentaré bosquejar ciertos conceptos y debates centrales en los estudios postcoloniales.
Durante las últimas dos décadas, la producción de textos desde la teoría postcolonial sin duda ha experimentado un auge y amplio desarrollo. Asimismo, el rango de disciplinas y temas que cubren estos análisis van desde la crítica literaria, la sociología, la ciencia y filosofía política, historia e historiografía, incluyendo a los estudios de género. Su origen se remonta unas décadas atrás y, con cierto consenso, se atribuye a la obra del teórico palestino Edward Said de 1978, Orientalismo un carácter fundacional.
Orientalismo es una visión occidental de lo que el mismo occidente define y construye como oriente, si embargo dicha visión es determinada por relaciones de saber-poder y, por consiguiente, a través de la invasión colonial de las naciones europeas y el desarrollo imperialista de las mismas, así como la irrupción de estudios y especialistas en universidades europeas sobre el “Oriente”. Uno de los efectos del Orientalismo es la separación y jerarquización del mundo en dos polos, el occidente -los colonizadores y su Cultura-, por encima de los colonizados y su cultura en el oriente.
La consecuencia del orientalismo es la creación de una imagen estereotipada del Oriente como un lugar exótico y fascinante que al mismo tiempo se presenta como una gran amenaza. De forma análoga, una serie de prejuicios y tergiversaciones sobre el Oriente son reproducidos por el discurso orientalista que construyen el Oriente y sus habitantes como inferiores a Oeste, los cuales son clasificados como diferentes e inmutable en el tiempo, como un pueblo eterno que no cambian y se adhiere a sus tradiciones. En resumen, el orientalismo crea una imagen estereotipada del Oriente y de la gente que habita ese lugar.
Cabe destacar que Said se nutre del pensamiento del filosofo francés Michel Foucault, particularmente de la dicotomía saber-poder. Y ya que estamos por aquí, cabe mencionar que los estudios poscoloniales se han influenciado ampliamente de los trabajos de Antonio Gramsci, Jacques Derrida, Jacques Lacan, W.E.B. DuBois, Aimé Cesaire, Louis Althusser y el mismo Foucault. Por ejemplo el concepto de subalternidad desarrollado por Gramsci, fue recuperado primero por Ranajit Guha, -fundador del grupo de estudios subalternos al lado de Dipesh Chakrabarty- y después por Gayatri Chakravorty Spivak quien es considerado también una figura central en el pensamiento postcolonial: su ensayo de 1988, ¿Pueden los subalternos hablar? se erige como una respuesta crítica a la formulación de Guha, sobre la posibilidad de agencia por parte de los subalternos. Para Spivak, la condición de subalternidad viene acompañada de un silenciamiento, de una carencia de voz: la violencia epistémica de la dominación colonial borra cualquier posibilidad de acción transformadora. Esta discusión, -la posibilidad de agencia o no- sigue siendo discutida hasta el día de hoy, de hecho, el dialogo entre Spivak y Chandra Talpade Mohanty sobre el tópico, ha acompañado el desarrollo del pensamiento postcolonial.
Antes de proseguir, es necesario mencionar la figura de Frantz Fanon cuyo pensamiento y acción influenciaron, no sólo el desarrollo teórico postcolonial, sino a los distintos movimientos independentistas de la posguerra y, cabe destacar, que el mismo Fanon luchó junto al Frente de Liberación Nacional en Argelia. Sus dos obras centrales, Piel negra masacras blancas de 1952, y Los condenados de la tierra de 1961, son piezas fundamentales para comprender el desarrollo posterior de la teoría postcolonial. En ambos libros Fanon desarrolla una filosofía política para la decolonización. En su obra del ´52, Fanon explora la naturaleza del colonialismo y su relación con el racismo, así como el daño psicológico que provoca la lógica colonial tanto en el colonizado como en el colonizador. Esto lo hace a través del análisis de las relaciones interraciales entre hombres y mujeres y de las nociones de repulsión y deseo. Desarrolla entonces los conceptos de lactificación y eretismo afectivo, para dar cuenta de la neurosis de los negros –hombres y mujeres- por querer ser blancos, hablar su lengua, en fin, por usar una máscara blanca. Sin embargo para Fanon, si bien esta situación coadyuva a generar una percepción de desprecio hacia “lo negro”, la lógica colonial también encierra al blanco en su blancura. Por otra parte, en Los condenados de la tierra, Fanon explora las formas en que el poder colonial ejerce y expande su dominación, asimismo, dedica una parte importate de la obra al desarrollo teórico de la violencia como fundamento de la liberación colonial.
Desde mi punto de vista, la obra de Fanon se erige como el pilar fundamental de los estudios postcoloniales, sin el cual el Atlantico negro de Paul Gilroy, o los Estudios culturales de Stuart Hall pierden referencia. Para Homi Bhabha, otra de la figuras centrales de la teoría postcolonial, la influencia de Fanon es innegable, tres de sus conceptos centrales, hibridación, mimetismo y ambivalencia, pueden ser rastreados en los escritos de Fanon. Por ejemplo, Bhabha argumenta en respuesta a Said, que el proceso de estereotipación es una operación mucho más compleja del discurso colonial que la simple repulsión del otro; Bhabha señala que, el discurso del colonialismo crea al colonizado no sólo como la figura de la repulsión, sino al mismo tiempo como un objeto de deseo. En este sentido, los estereotipos son una construcción ambivalente de conocimiento y poder.
Sin duda, mostrar con amplitud las distintas tensiones, debates, conceptos y desarrollos teóricos elaborados desde los estudios postcoloniales es una tarea imposible en este espacio, pero espero que este texto bien sirva como introducción a este enfoque. Said, Spivak y Bhabha, sin duda son tres de las figuras centrales, tal vez la importancia de Fanon es aún mayor. En síntesis, la teoría postcolonial se basa en la realidad histórica de la colonización europea y sus consecuencias en el ámbito individual, social, político y estructural; así mismo los estudios postcoloniales son un campo heterogéneo con fuertes divisiones y tensiones.
ILUSTREMOS CON PELICULAS:
También la lluvia(2010): Película Icíar Bollaín, con guión de Paul Laverty(colaborador habitual de Ken Loach). La película intenta mostrar, mediante una interesante sobreposición de tramas históricas, la persistencia de estructuras coloniales en Bolivia. Un grupo de cineastas se encuentra en Cochabamba grabando una película sobre el descubrimiento de América, los primeros años de Colón y el inicio de la resistencia indígena contra la colonización española, cuando se precipitan los hechos que se conocen como “la guerra del agua”. Poco a poco, la realidad supera la ficción y el grupo de cineastas se encuentra viviendo aquello que consideraba un pasado superado.